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Ana y una experiencia en el subte

 
Post #1


Ana y una experiencia en el subteSiempre escuché como si fuera una especie de leyenda que este tipo de cosas sucedía en los subtes, pero nunca se me ocurrió que podía experimentarlo en persona.Me encontraba en un viaje de negocios por Nueva York. Aproveché para que mi mujercita me acompañara y ella estuvo encantada. Tenía una buena excusa para visitar a amigos que vivían allí, mientras yo ocupaba mi tiempo trabajando.Una mañana que yo tenía libre decidimos ir a recorrer la zona de los teatros de Broadway y, para ello, no tuvimos mejor idea que tomar el subte, ya que a esa hora no nos pareció peligroso en plena luz del día. Subimos a un vagón donde no había demasiadas personas, pero apenas dos estaciones más adelante estábamos todos apretujados como si fuera una lata de sardinas. Además el ruido y los olores corporales eran bastante insoportables.En un momento mi esposa se soltó de mi mano y la marea humana nos separó, quedando entre nosotros una distancia de unos tres metros. La gente seguía subiendo y nadie parecía bajarse, así que el aire era cada vez más irrespirable.Estaba atento a Anita, ya que ella podía sofocarse entre la gente. A pesar de todo el apretujamiento, ella parecía estar cómoda, de espaldas a un gigantesco hombre negro. Por delante se encontraba otro hombre más bajo, también negro, que según el balanceo del vagón me impedía tener contacto visual con Ana.Cada vez que nuestras miradas se cruzaban, ella me dedicaba una ligera sonrisa. Desde mi posición, yo solamente alcanzaba a verla desde sus hombros.En un momento pude ver que Ana miraba hacia abajo; tenía los ojos cerrados mientras se mordía los labios. También podía ver sus brazos a los costados.Tuve un ligero presentimiento pensando qué podía estar pasando; mientras veía que mi delicada mujercita levantaba la cabeza hacia el techo; estaba realmente mordiéndose los labios y sus mejillas estaban muy coloradas. En un movimiento repentino, me pareció ver que su vestido estaba levantado y arrebujado en la cintura. Recordé que esa mañana no se había puesto ropa interior, para estar más cómoda con el clima tan caluroso. En otro movimiento, pude ver que una mano oscura acariciaba las tetas de Anita, mientras que la otra la sostenía firmemente por las caderas, como si quisiera mantenerla quieta en ese lugar.Volví a mirar su cara y entonces noté que su cabeza se movía hacia adelante y hacia atrás, pero en sentido contrario al movimiento del tren; por lo tanto, no me quedaron dudas de que el tipo que tenía detrás la estaba cogiendo y él era quien provocaba esos movimientos descontrolados en mi esposa?.Se trataba de un hombre negro de unos cuarenta años, bastante alto y fornido. El hijo de puta tenía el rostro contraído de placer.De vez en cuando bajaba la mirada para encontrarse con la cara de mi esposa. Noté que sus caderas se movían hacia adelante y atrás a un ritmo impresionante, realmente le estaba metiendo la verga hasta el fondo con cada movimiento. Sus manos sostenían por la cintura a mi esposa, empujándola al encuentro de su pija.De repente el subte se detuvo y la mayoría de la gente descendió, incluyendo al abusador de mi mujer. Antes de abandonar el vagón, el tipo se inclinó hacia adelante y besó los labios de Ana, quien todavía seguía con la cabeza apuntando hacia el techo. Me pareció ver que ella respondía al beso. Luego se corrió a un costado, se arregló la ropa y pasó a mi lado con cierto apuro.Al quedar el vagón bastante vacío, pude acercarme a Ana, que tenía todavía la cara colorada y se la veía agitada, con la respiración entrecortada. Ana se apoyó contra mi pecho y me pidió perdón. Continuamos en silencio hasta la próxima estación, donde nos bajamos y salimos por fin al aire libre, para respirar aire puro?Encontramos un parque cercano y allí nos sentamos en un banco de plaza- Ana suspiró hondo y me contó lo que le había sucedido.Cuando la marea de gente nos separó, ella notó que alguien se apoyaba contra su espalda y una mano la retenía por la cintura, haciendo que se inclinara un poco hacia adelante, lo suficiente para que su culo sintiera que una gruesa y dura verga se deslizaba hacia arriba y abajo entre sus redondas nalgas. No podía girar la cabeza para mirarle a la cara, porque el hombre con la otra mano la tomó por los cabellos de la nuca, dejándola inmóvil. La otra mano aflojó la presión en su cintura y se deslizó hacia abajo, para levantarle el vestido y abrirse paso entre sus muslos.Encontró que no llevaba ropa interior, así que un par de dedos comenzaron expertamente a acariciarle el clítoris, mientras ella comenzaba a sentir la humedad y el calor que iba subiendo desde allí abajo. Los dos dedos finalmente empezaron a entrar y salir de su concha, haciendo que ella tuviera que retener los gemidos que le provocaban semejante excitación. Unos minutos después sintió que esos dedos eran reemplazados por una verga enorme y comenzaba a dilatar muy despacio su vagina, penetrando bastante profundo. Luego de unos instantes sintió que le metía el resto de esa verga hasta el fondo, hasta donde jamás había llegado yo mismo. Ese fue el instante cuando yo noté que la estaban cogiendo. El embate duró unos pocos minutos, sintió más dolor que placer, ya que la pija era bastante gruesa y le hacía sentir la fricción contra las paredes vaginales, a pesar de la intensa lubricación que le había provocado en el toqueteo previo. Repentinamente el tipo suspendió el bombeo y se salió, abrazándola otra vez fuertemente por la cintura y comiéndole la boca en un beso húmedo, que ella reconoció le había respondido agradecida.Ana tomó mi mano y la dirigió debajo de su falda. Hizo que tocara su concha con mis dedos; entraban tres juntos con mucha facilidad, debido a la dilatación que le había provocado, pero efectivamente no había restos de semen de ese hombre negro. El tipo no había alcanzado a acabar dentro de ella?Anita había quedado muy caliente al no haber podido acabar ella durante la tremenda cogida, así que decidimos suspender el paseo y regresar a nuestro hotel.Cogimos como dos desesperados durante el resto de la tarde, mientras Ana gemía y aullaba como loca; seguramente recordando esos instantes vividos en el subte lleno de gente.
05-07-2021, at 08:30 PM
Alýntý
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